lunes, 10 de septiembre de 2007

Tu auto en casa (instantánea)


Terminé con una mañana movidita. Análisis, bancos, colectivos, calor, gente. Quería llegar a casa. Llegar a casa, armar un mate, darme una ducha fresca y sentarme en el patio a respirar diez minutos sin interrupciones.

La soledad cuando es elegida y deseada, resulta la mejor de las compañías.

Me bajé del colectivo en la esquina de casa, parecía apurada. Doblé la esquina. Doblé la esquina y lo único y lo primero que vi fue tu auto en la puerta de casa.

Me alegraste la mañana.

¿Quién quiere estar sola si en la puerta de su casa está tu auto, lo que significa que adentro de su casa estás vos?

Estos arrebatos de novedades me alegran, me sorprenden, y lo mejor, no quiero acostumbrarme a ellos. Quiero seguir sorprendiéndome, quiero seguir alegrándome al ver tu auto en la puerta de casa. Al ver tu rostro sonriente tras la puerta esperándome, buscándome.

Me alegro por mí, porque esta mañana fui feliz y vos estabas ahí.